jueves, 26 de octubre de 2017

No lo olvides jamás

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La vida es una ironía, y la suya no iba a ser menos.
Echaba la vista atrás y podía observar que sus sueños podían haberse convertido en reales. La ficción ya no superaba la realidad en muchos ámbitos. Y es que, nadie podía creerlo tiempo atrás, como la vida pasa y nos cambia al caminar.

La amistad marcha, viene y va, pero siempre imaginaba que lo de siempre sería para siempre. Cuan equivocado estaba, solo necesitaba tiempo para darse cuenta y recapacitar. Y es que no, no es el tiempo, sino los hechos. Pero otra ironía era que pensamos tanto en el futuro, que no nos fijamos en el presente. Y un día se cansó.

Un día se cansó de fantasear en lo que vendrá, porque le hicieron asentarse. Olvidar todo. Por un momento fue consciente de dónde, cuándo, y sobre todo con quién estaba. Sí, con quién. Hasta ese momento no vio con claridad como necesitaba vivir el momento con ellos. 
No los de toda la vida, sino con los que le habían demostrado que se preocupaban por él. No los de los momentos alegres, sino los que buscaban la felicidad y una sonrisa en él. No los que corrían bajo la lluvia, sino los que bailaban.

Y lloró. Lloró hasta saciarse de lágrimas esa noche. No paraba de preguntarse como podía ser real aquello. No se lo merecía. No. No había hecho nada malo, pero tampoco nada bueno. Solo sabía que algo había cambiado, que había encontrado un momento de paz con ellos. No sabía manejar la situación.

¿Pero que le pasa? ¿No encaja nada en los esquemas de amistad duradera y profunda? La verdad es que no, simplemente no. ¿Eso existía? Después de las idas y las venidas de todo tipo de ejemplares, ya no sabía que creer.

Luego se puso una venda en los ojos y confió. Se dejo llevar y al final, pudo encontrar lo que andaba buscando sin búsqueda. Sin querer. Por una tercera opción, un susurro paternal, acabó allí, entre gente de verdad.
Y aunque el futuro es incierto, el presente es más que real, y es lo que comenzó a disfrutar. Sin ataduras y sin miedos. Sin venguenzas o escondrijos.


Porque la vida una ironía, y la verdad se descubre al atardecer. Las sobras van desapareciendo, pero siempre queda lo bueno, solo hace falta el momento y el lugar adecuados.
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25-10

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