domingo, 30 de septiembre de 2018

Sending out flares

Hoy me permito llorar a lágrima tendida.

No, aún no soy consciente de lo que he hecho. Quién lo diría, que hace unos años era una utopía. Sin embargo, hace menos de un mes que lo he conseguido.

Abuela, he cumplido tu sueño.

"Mi madre se murió con un sueño. Un sueño que nunca llegó a cumplirse"  Mi madre me lleva diciendo eso desde que tengo uso de razón, que resulta que fue después de que te fueras.
Sí, recuerdo poco, vagos recuerdos de ti, pero lo suficiente a través de mamá.
Cada vez que paso por donde estaba vuestra casa, veo a mamá apartar la mirada y bajar los ojos.
Yo solo recuerdo el limonero de la puerta, que daba un aroma tan fresco a la entrada de ese paraíso.
Ese cuadro de una máscara con un gorro de bufón que tanto miedo me daba. Ese teléfono de los de ruleta para marcar. Ese San Antonio que ahora te acompaña en el cementerio. Esas escaleras donde sería la primera vez que me cayera. El patio. La cocina con esas trampas para los ratones que poco más y me cazan a mí. Las cuadras que eran un trastero. El piso especial de arriba,  porque yo no podía subir sola vaya a ser que me cayera por las escaleras. El salón. Todo.
Todo que ahora no son más que escombros donde se asientan otros. Donde te vi caerte y no comprendí que pasaba. Donde aprendí lo que eran las cucarachas.
Tantos lugares y sin embargo mi ultima imagen tuya es llevándote un trozo de tarta a un hospital. Creo que era por mi cumpleaños. Me llevaron a escondidas por esos horribles ascensores solamente para pasar un rato contigo. Mi última visita. Ahora lo pienso y no sé si era que no querían que te viera así o que simplemente no podía entrar. Esa sonrisa al verme allí, yo sin saber por qué, pero ahora la añoro. Yo estaba feliz con el coche a pilas que me habían comprado en la tienda del hospital. Nada podía salir mal.
Además, se acercaba Navidad. Quién iba a decirnos que nos ibas a dejar en Nochebuena. Por qué. Por qué. Mi madre pegada al teléfono llorando. Ese mismo teléfono con el que te llamaba y te decía las cosas que puede decir una niña de 5 años, pero tú te reías.
Pequeña era, pero ese hospital de Málaga nunca lo olvidaré por lo que allí perdí.

"Te pareces a ella" me dice cada vez que me ve tú hermano más pequeño, mi abuelito, tu ahijado. La persona que más te admiraba y te admira desde siempre. Quién desde este verano considero como mi abuelo. El mundo te adoraba y a mí no me dieron tiempo para saber por qué, aunque lo sé por como se iluminan los ojos de quién habla de ti. Es un orgullo que me comparen contigo, que digan que tengo tu carácter y soy tú de joven. Tu pueblo te admira.

Siento que llevo una parte de ti muy dentro de mí, y ahora más que nunca, que he cumplido tu sueño. He ido a Venecia, como tú soñabas. Sé que has venido conmigo y que has disfrutado más que yo en ese paraíso. Tu alma está conmigo y tu sueño también pasó a ser mio. No soy consciente de ello, pero nuestra utopía ya ha pasado a ser realidad. Allí te vi, sonriendo en cada paso que daba. Me siento en paz desde que he ido. Llena de nuevo para seguir adelante, como si hubiera arrancado una espina que marcaba la pena y da paso a la admiración.

No sé si habrá más allá, pero te siento ahora tan cerca de mi, que siento que los años que nos arrebató el cáncer son falsos y siempre estás conmigo, como si estuvieras a mi lado ahora mismo secando mis lágrimas al escribir esto.
Noto que en mis momentos malos, estás aquí, presente o en mis sueños. También en los buenos, alegrándote de tu nieta pequeña.

Te echo de menos, abuela
Llevaré tu legado siempre aquí. en mí.

Flares - The script