domingo, 22 de abril de 2018

Barco a Venus

Alex había triunfado desde que nació, sobretodo a nivel profesional. Gran estudiante y mejor persona. O bueno, ¿Mejor persona? Eso se preguntaba cada noche después de pretender viajar al séptimo sueño.

Ahora, que estaba a un mes de cumplir su sueño, se dio cuenta. Era una máquina, y su función no iba a ser otra distinta a la de cualquier trasto mecanizado. Sustituir a millones de personas.
Victorias en campeonatos gracias a venganzas enterradas. Matrículas bajo el embrujo de pequeños despachos. Silencios escritos en las calificaciones inexistentes. Destruyendo los dueños de su envidia, tirando tierra y subiendo a la montaña.
Su ley era que el fin justifica los medios. Si Alex quería llegar a la Luna, ¿Qué mas da donde quisieran llegar los demás? Unos pequeños juegos del hambre psicológicos extra a la alegría de sociedad donde vive.

Sin embargo, noche tras noche, después de conseguir el viaje a Venus, se dio cuenta de que era él quién había ganado esos juegos.
Todo en su vida lo había podido controlar a su antojo. Sin embargo, esto no. La realidad le agobiaba, la falta de control le abrumaba en cada pensamiento. Ahora, por fin el dolor era suyo. Siempre había controlado paso a paso lo que le incumbía, y ahora que estaba a escasos metros de volar y dejar el planeta, pensar era un tormento.  El universo era indomable.
Y decidió abandonar, y en vez de aprovechar esa oportunidad, se limitó a controlar, como dominaba, su muerte.
No pretendía que nadie le entendiera.

martes, 10 de abril de 2018

El lápiz

No he llegado a ser el lápiz que tú querías.

Querías que fuera alguien que llegara a hacer grandes cosas, y por mucho que intentaste enseñarme cómo hacerlo, aún no lo he conseguido. Batallas y batallas internas en la búsqueda de la paz me impiden ser realmente la estrella de mi felicidad. 
Querías que creyera en que alguien me guía a seguir adelante, pero no lo siento así. Solo veo que quién me ayuda a avanzar, soy yo en los momentos de intensidad, bajo la desesperación. No. Al final todos estamos solos.
Querías que dejara de avanzar si me estancaba, y lo he hecho. Parece que el sacapuntas es una de mis pequeñas especialidades. El problema es que la punta fina dura poco, no soy tan buena persona como me intentaste ver.
Querías que olvidara, pero mi goma deja borrones. No voy a olvidar lo que me puede hacer andar. No es corregir, es evitar dos veces caer en la misma piedra. Por mucho que lo evito, mi manera de ser es perdono pero no olvido.
Querías que tuviera cuidado con lo que hay dentro de mi, y no es fácil. Siento que mi vida se basa en escuchar. Tú mismo me lo dijiste, y es así. Cada uno tiene su papel en la vida y no he encontrado a nadie como tú, que pueda invertir los papeles para sentir de verdad qué es el desahogo.
Querías que dejara marca, y con el paso del tiempo me doy cuenta que no sirvo para ello. Porque a veces me gustaría hablar con personas de mi pasado, a ver si se acuerdan lo mismo que yo de ellos, pero no, porque sería dar grandes pasos atrás. Y sería empezar contigo, que ni me recordarás a pesar de todo.
Querías que no temiera al futuro, pero estoy anclada entre el pasado y el presente. Ojalá tener valor de arriesgar todo y no pensar en las consecuencias. Valerme por mi misma y no encerrarme en la madera del grafito. 

Tú pudiste llegar a ser esa abuela, pero yo no soy el niño de la historia. Por lo menos, no ahora. 
Ojalá en el futuro tener la fuerza para visitarte y decirte que, aunque no te acuerdes de mi, soy todo lo que un día soñaste que podría llegar a ser.