sábado, 9 de abril de 2016

Silencio Vital

Silencio. ¿Qué es eso? ¿Se compra? ¿Merece la pena?
Hoy en día es difícil ver esa palabra. Vivimos rodeamos de ruido, lo que nos provoca agobios, estrés, angustia... Vivimos demasiado rápido, sin sentir la palabra vivir, y, cuando nos damos cuenta, es demasiado tarde. No podemos seguir así. Ya ni al acostarnos estamos libres del ruido. Ruido tanto externo como interno. Los problemas nos invaden hasta en sueños y no nos dejan desconectar.

Desconectar. Necesitamos un momento para nosotros mismos, donde ni la familia, amigos, la sociedad nos pueda llamar. Aislamiento total el tiempo necesario que sea. Sin pensar, y, vivir el silencio. Es algo que no se puede definir, pero nos puede hacer sentir cualquier sentimiento posible. Llorar por angustias que no conocemos, reír algún acontecimiento gracioso que recuerdes, enfadarnos con nosotros mismos... Pero somos nosotros quienes nos controlamos, nadie ni nada externo.
Si el silencio existiera tan fácilmente en nuestra vida cotidiana, nos conoceríamos más. Sabríamos que es lo que nos hace daño, lo que realmente nos hace felices y nos alegra la existencia. Pero tristemente no es así. Si no es porque estás con gente, estás estudiando con el balón de tus vecinos sonando en el patio. Un viaje donde no da tiempo a descansar, unos hijos revoltosos...
¿Nos conocemos a nosotros mismos o conocemos la parte superficial que nos provoca la sociedad?

Si nos vamos a la cama y cerramos los ojos, a lo mejor es posible conseguir encontrar el significado de nuestra palabra, ya que no está hecha simplemente para ocupar hueco en una página del diccionario. Vaciemos la mente, y, que surjan en nuestros pensamientos, visiones importantes que nuestro cerebro quiere transmitirnos. Conozcámonos a nosotros mismos y aprendamos a vivir.

domingo, 3 de abril de 2016

Mensajes más que hechos

Nuestro día a día puede ser una rutina constante, ocurriéndonos pocas cosas fuera de lo normal. Familia, amigos, estudios, trabajo...
Te encuentras en casa, vas al sofá y coges el móvil a abrir Whatsapp porque a lo mejor alguien quiere contarte algo y quedar contigo. Sales a la calle porque has quedado y te dedicas a dar un paseo con los ojos más pendientes de lo que escribes a tu madre que no sabe donde estás o a tu otro amigo que tiene un problema de clase que de la persona que tienes delante. Bueno, pasa el rato y os hacéis millones de fotos para luego compartirlas por alguna red social y que todo el mundo sepa lo bien que te lo has pasado con esa persona aunque realmente tus pensamientos han sido pocos con ella.
Vuelves a casa porque tienes que estudiar el examen próximo, pero, de un momento a otro, tu móvil empieza a sonar tanto que decides atenderlo un minuto, que luego será eterno porque te acaban de enviar las fotografías y tienes que observar una por una cual es mejor para subir a internet. Tu madre llega a preguntarte como lo ha pasado y le dices que espere, que estás ocupado, ahora no puedes atenderla. Terminas de subir tus fotos y vas a tu madre, quien espera atentamente saber cómo lo has pasado, pero te limitas a contar poco porque tienes que echar un vistazo a las nuevas publicaciones de tu círculo de amigos, estando conectado hasta las 2 o 3 de la mañana. Al final no has estudiado nada y menos mal  que mañana en tu trabajo no te dejan tener el móvil...

No me gusta esta sociedad. Este pequeño resumen es como yo generalizo esta época digitalizadora. No quiere decir que todo el mundo sea así porque yo misma no lo soy, pero soy conocedora y vosotros también de gente con ese tipo de vida. Vida artificial, no es vida real. Sin móvil no vives.
Recuerdo de pequeña cuando no tenía móvil cosas que hacía y ahora no hago.
Llamadas por teléfono de horas con amigas. Los mensajes de voz han sustituido eso.
Quedar con alguien y los momentos quedarse en nuestra mente, para luego recordar juntos cuando haya pasado el tiempo. Eso ya no existe, lo sustituyen las fotos.
Conocemos a una persona por su perfil en Twitter y Facebook antes que por su personalidad real ¿No os da pena? La amistad se debería medir por hechos y no por mensajes.
Yo no he vivido la época donde se escribían cartas, pero yo sí las escribo. Es algo personal, escrito de tu puño y letra, y no leído delante de otra máquina.
Me hacen gracia los ask personales. No únicamente por la persona que se lo hace, sino por la persona que pregunta. Eres capaz de preguntar algo por ordenador y no a la cara, y posteriormente te consideras amigo de esa persona. ¿Eso es humanidad? Eso es falsedad y falta de confianza.

Un amigo de verdad no coge el móvil delante tuya, al menos que sea la familia, a un padre y una madre no hay que darles la espalda. Un amigo habla contigo, te mira a los ojos y te transmite confianza, te da un abrazo y no quieres que se acabe. Está en los momentos malos y también en los buenos, con risas y lágrimas, enfados y desahogos, sabe lo que necesitas. Te da su número fijo para que le llames a casa, no por mensajes de voz. Una persona así te sorprende día a día, y no necesitas estar las veinticuatro horas sabiendo todos sus movimientos. Sabes lo que debes saber y lo que construye la amistad.

Un familiar, tu padre o tu madre se merecen que estés siempre que lo pidan, porque ellos han estado normalmente siempre desde que naciste para ti, excepciones a parte. Un desprecio o una mala contestación les duele, porque son como un amigo más, incluso el amigo más cercano, y debemos estar más que agradecidos por eso. Un amigo al final puede marcharse, pero tu familia no cambia, es la que es, y son quienes te conocen de los pies a la cabeza. Todos tus años han estado contigo, no debe olvidarse eso. Un beso puede alegrarles el día y un gesto en casa hacerles ver que los queremos como ellos nos quieren, como somos.

Quiero vivir en el pasado, haber nacido en la época de nuestros antepasados. Ver, sentir y observar el mundo como ellos, de una manera mucho más pura que ahora. Vivir la realidad. ¿Nunca lo has pensado? Ser yo y estar ante personas que realmente están conmigo, no con un aparato electrónico, que vuelve al ser humano un ser mecánico.